Jesús dijo:
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de
ellos es el reino de los Cielos”
Contemplando la vida de una comunidad indígena me vino
a la mente esta Bienaventuranza de Jesús, y pensé: “Es que ellos ya viven en el
Reino de los Cielos”, saben estar en contacto con su propio ser, el trabajo de
la tierra se vuelve una alabanza, gozan el momento presente con la mayor
simplicidad y alegría que les ofrece el “aquí y el ahora”.
En sus rituales conectan el alma con la creación.
Saben escuchar, observar y guardar silencio, que de pronto, esos momentos de silencio se
llenan de espíritu con el lenguaje de la
naturaleza que se les ofrece con la
belleza del campo, en los cielos, en sus animales en un todo.
Aunque la jornada de trabajo es ardua, no hay queja,
cuando terminan se alegran por el trabajo hecho en comunidad y si alguien no
puede dar su mejor esfuerzo, lo animan a descubrir la fuerza interna que se
lleva dentro en donde los obstáculos se pueden disolver, solo estando presente
en una aceptación de lo que la vida les da.
Sin apegos, ni deseos a pesar de las circunstancias
ellos están tranquilos, tienen la paz porque no saben de los distractores de
una vida moderna, cotidiana, de
presiones materiales y saben estar en unidad a pesar de las diferencias que
puedan existir, porque la unión entre ellos es lo que tiene el valor de la vida
misma.
Comen diario lo mismo, sin conocer el fastidio; y la
alegría de un día de festejo en que matan uno de sus animales para compartirse
en ese día especial donde danzan con la
energía y los ritmos se vuelven Uno.
Creo que ha eso se refería Jesús, aprender a vivir en
este sentido, donde todo se da por la vida misma, sin miedos, ni ilusiones
falsas que llevan a buscar en un mundo exterior que solo encuentra el sufrimiento.
Encarar las circunstancias difíciles si se dan, con la
confianza de que todo es impermanente y que sus raíces siguen bien plantadas en
el suelo, como los arboles, ellos son
así, de generación a generación han vivido lo que han tenido que vivir sin
perder su verdadera esencia que es vivir el Reino de los Cielos en plena vida.
Queoquina.
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En unión se dice...