Así como abundan los Maestros en los cuales no son de
confiar; de la misma manera no es de fiar seguir el sendero confiado de uno
mismo. Cuando se llega a un despertar se
da la indagación y se camina con la
intuición adquiriendo los conocimientos de variadas, formas en escrituras
sagradas, escritores, etc.
A medida que se aprende crece la avidez por este
conocimiento creando al fin propios juicios cognoscitivos de los cuales muchos
aunque son compartidos con otros se van guardando algunas conjeturas para sí
mismo.
Finalmente al paso del tiempo, se crean criterios que
se pueden volver difíciles de disolver sin el apoyo de un verdadero Maestro.
Pero hay herramientas de las que se pueden echar mano para que finalmente estos
criterios que muchos de ellos terminan siendo Maya o Matrix se limpien de
nuestro interior.
Cuando se profundiza en lo cognoscitivo sin desahogo
en el silencio y quietud es cuando hay más oportunidad que se afiancen estos
Mayas endureciendo así la apertura para la infinita variedad de percepciones
existentes. El deshago en la meditación o contemplación dejan el espacio de
entendimiento a lo que se aprende, dejando así que penetre en el ser, sin
pensarlo ni analizarlo.
Entregando todo en la escucha del presente con los
sentidos abiertos a lo que acontece. Porque
finalmente todos estos conocimientos son pasajeros, son los símbolos
para llegar a la Presencia Infinita en donde no se necesita nada y es donde
surgen las preguntas: ¿Quién quiere saber? ¿Para qué quieres saber? ¿Qué
necesitas saber? Aprender sin juicios hacia nada, libres, a todo lo existente a
gozarse en esta quietud y silencio que no dice nada pero lo dice todo. Namasté.
Queoquina.
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