De pronto las hojas en blanco comenzaron a llenarse de
palabras, formando oraciones, relatos, formando un pasado.
Conforme aumentaban
las hojas se restaba el raciocinio de las mismas dando paso del pensamiento al
sentimiento.
El pasado se volvía
presente representado en esos símbolos plasmados en papel.
Se fue drenando todo lo que contenía la
mente, cuerpo, dolor, resentimientos, deseos, apegos…toda la programación
guardada desde el nacimiento.
Vino la catarsis, esa donde se da la pelea entre
la negación, la ira y la aceptación, para después llegar al vacío, donde ya no
hubo espacio para el pasado y sentir el éxtasis del presente en donde el ser
con el Ser se encuentran en una paz sagrada, en donde no hay Nada y hay Todo
porque esta la vida que ahora se observa con asombro y se abren los sentidos
internos y también lo intangible lo que no se conocía, ese espacio interno
lleno de Realidad y poder experimentar
la Verdad tan ligera, tan simple…tan
bella al reencuentro con el Sí mismo.
Queoquina.
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